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02-02 Las propiedades magnéticas del núcleo


e todos los núcleos de la tabla periódica, ¹H, ¹³C, ¹⁹F, ²³Na, y ³¹P se en­cu­en­tran entre los más interesantes para la imaginería por re­so­nan­cia mag­né­ti­ca. Todos ellos se producen de forma natural en el cuerpo. El protón de hi­dró­ge­no (¹H) es el más frecuentemente utilizado debido a que los dos com­po­nen­tes prin­ci­pa­les del cuerpo humano (agua y grasa) contienen hidrógeno. Todos estos núc­leos tienen propiedades magnéticas que los distinguen de los isótopos no mag­né­ti­cos.

Núcleos como ¹²C y ¹⁶O, que tienen números pares de protones y neutrones, no pro­du­cen señales de resonancia magnética.

¹H consta de un solo protón de carga positiva que gira alrededor de su eje. Las partículas cargadas que giran sobre si mismas crean un campo electromagnético equivalente al que nace de un imán convencional (Figura 02-02).


Figura 02-02:
Una partícula cargada girando sobre si mis­ma posee un momento magnético μ ca­rac­te­rís­ti­co y puede describirse como un dipolo magnético que crea un campo mag­né­ti­co similar al de un imán de barra.
(N = norte, S = sur).


Cuando núcleos atómicos con propiedades magnéticas se colocan en un campo mag­né­ti­co pueden absorber ondas electromagnéticas con frecuencias ca­rac­te­rís­ti­cas. La frecuencia exacta depende del tipo de núcleo, la intensidad de campo y el entorno físico-químico del núcleo (Figura 02-03).


Figura 02-03:
Los núcleos serán capaces de absorber ondas electromagnéticas tanto en cam­pos magnéticos fuertes como en los débiles. Sin embargo, la absorción se produce a una frecuencia que depende de la fuerza del campo, que es mayor en el campo magnético fuerte que en el débil.


En equilibrio observamos una población ligeramente mayor en el nivel de en­er­gía más bajo, produciéndose así magnetización. Para observar esta di­fe­ren­cia de pob­la­ción te­ne­mos que transmitir una cantidad de en­er­gía igual a ΔE (la di­fe­ren­cia de energía entre los dos niveles).

La absorción y la reemisión de estas ondas de radio es el fenómeno básico utilizado en la IRM y la espectroscopia de RM. Para entender el fenómeno de resonancia mag­né­ti­ca podemos utilizar dos paralelismos simples con fenómenos macroscópicos:

En primer lugar vamos a observar el comportamiento de una pequeña aguja mag­né­ti­ca co­lo­ca­da en un campo magnético (Figura 02-04). Si la aguja es capaz de girar libremente ésta se orienta con respecto al campo de tal manera que se alcanza una si­tu­a­ción de equi­li­brio. Este equilibrio se puede mantener indefinidamente si no hay fuerzas externas que influyan en el sistema.


Figura 02-04:
Una aguja colocada en un campo mag­né­ti­co buscará un estado de equilibrio estable.
(Arriba) Al girar la aguja con un dedo, se le in­tro­du­ce energía y estará en una posición in­esta­ble rica en energía.
(Abajo) Tan pronto el dedo se retire, la aguja vol­ve­rá a su estado estable.


Un segundo ejemplo ilustra la influencia de la tensión externa sobre la frecuencia de la onda absorbida o reemitida por el sistema: imagínese tres cuerdas de guitarra idénticas expuestas a tensiones diferentes: la superior no tiene tensión alguna, la del centro tiene tensión débil y la inferior tiene alta tensión. Si se excitan las cuer­das la vibración resultante es dependiente de la tensión de las cuer­das (Figura 02-05).


Figura 02-05:
Una cuerda (= núcleo) no puede vibrar sin ser expuesta a tensión (= campo magnético externo). Cuanta más alta es la tensión, mayor será la frecuencia de vibración.


En ambos ejemplos, se han hecho comparaciones entre un sistema nuclear ma­cro­scó­pi­co y uno microscópico. En el primer ejemplo hemos comparado los núcleos ató­mi­cos con pequeñas agujas magnéticas y en el segundo con cuerdas de guitarra.

Dichos paralelismos proporcionan una imagen mental del fenómeno pero tienen sus inconvenientes. Una de las limitaciones de estos modelos es que todos los fe­nó­me­nos físicos a escala molecular son de tipo cuántico. Por ejemplo, mientras la aguja magnética podría situarse en una infinidad de orientaciones diferentes, no exis­ten sua­ves transiciones continuas entre el estado de equilibrio y el estado in­esta­ble rico en energía en el caso del núcleo magnético; la mecánica cuántica pre­dice que sólo son posibles los saltos entre estos dos estados en núcleos con un espín de ½, tales como los protones (Figura 02-06) [espín de ½: ⇒ Holland 1993].


Figura 02-06:
(a) Protones fuera de un campo magnético y
(b) protones dentro de un campo magnético.
En presencia de un campo magnético, los núcleos poblarán dos niveles de energía distintos. La se­pa­ra­ción entre estos niveles aumenta linealmente con la fuerza del campo magnético, así como también la diferencia de población.


En equilibrio observamos una población ligeramente mayor en el nivel de energía más bajo, produciéndose así una magnetización neta. Para observar esta diferencia de población tenemos que transmitir una cantidad de energía igual a ΔE (la di­fe­ren­cia de energía entre los dos niveles).